Cuando ya había conseguido dejar de llorar se acercó silenciosamente por detrás, se poyó en la silla y acercó su boca a mi oído.
-Te quiero- me dijo
Y de nuevo vino el llanto y el taparme la boca para no gritar.
Cuando todo acabó y pude levantarme de la silla, la busqué hasta encontrarla. Le abracé lo más fuerte que pude, me enterré en su pelo y seguí llorando mientras le decía una y otra vez cuanto la apreciaba.
Creo que ninguna de aquellas palabras fue suficiente.
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