Me miré en el espejo del ascensor y me di cuenta en los puntitos rojos que tenía en los pómulos.
-Mira, me está saliendo una alergia a algo y no sé a qué.
-¿Sabes como se cura eso?
-¿Cómo?
Y me besas.
-¿A besos?- te susurro
-Si, pero sólo sirven los míos, no los de otros.
-¿Y para qué quiero yo besos de otros?
Y salimos del ascensor y nos callamos.
Después de eso nos vamos cada uno por un lado con el sabor del otro en la boca.
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