Azul de otro mundo

Las luces parpadeaban bajo nuestra atenta mirada
y daba la sensación de que las farolas hablaban con las estrellas en código morse.
Ninguna de las dos teníamos ni puta idea de lo que decían,
pero era jodidamente precioso.

Compartió conmigo su canción favorita
y se reía tanto que me hacía reir a mi.
Mi torpeza pasó a ser parte de ella
y pensábamos lo mismo al mismo tiempo.

Le dije que era especial
porque lo es.
Porque tiene una locura perenne que hace especial cada momento de tu vida si está a tu lado.
Es azul porque encierra en su pecho la liberta del cielo,
del mar,
del universo.
Hasta su forma de abrazar parece de otro mundo.

Cada vez que me abraza le abrazo fuerte porque no quiero que se vaya de mi vida.
Me ha prometido que estará ahí siempre
pero últimamente desconfío de las promesas.

En menos de tres meses ya hemos intercambiado nuestros libros favoritos,
ya cantamos canciones juntas a pleno pulmón,
compartimos cubatas y borracheras
y nos hemos caído de la risa.

Su amistad ha llegado de golpe y pisando fuerte.
Y creo que se va a quedar bastante tiempo por mi vida.


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