En medio de la cerveza y la sangría,
con varios vasos en el suelo y dos cartones a mi lado,
con el humo del cigarro prendido en mi pelo,
y los pies destrozados por los centímetros que me alejaban de mi altura normal,
escuché, sentada y cansada, como un chico le preguntaba a una chica,
"¿Tú qué lees?, yo voy al grano".
Y me pareció tan bonito que el amor ya no fuese solo besar y follar,
que el amor comenzase también con literatura,
que los libros fuesen un motivo para empezar a conocer a alguien,
que la lectura habitual fuese requisito indispensable para gustar.
Me pareció tan bonita aquella pregunta,
y tan mágico el momento,
que no he podido evitar escribir sobre él.
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