~Distintos caminos~

Mis dedos jugaban con sus rizos deshechos, enredándose y bailando con ellos, tocando y apreciando cada uno de los matices de sus colores.
Luego su frente, tersa y suave, sus sienes y los párpados de sus ojos cerrados, que me llevaban hasta su delicada nariz llena de pequeñas pecas marrones que seguían coloreando sus mejillas. Avanzaba despacio y le acariciaba el pómulo, luego la oreja y mi paseo continuaba por su cuello, hasta llegar a su clavícula. Mis sonrisas nacían ahí.
Palpaba los huecos de su cuello donde yo enterraba mi cara muchas veces, mientras su mirada se mantenía fija en mis labios, buscando los besos que yo le negaba.
Bajaba, y seguía por el esternón hasta rodear su pecho por la calle izquierda que formaban sus pliegues.
Continuaba acariciando su cadera, y luego su cintura, hasta llegar al principio de su ingle. Paraba ahí, inspiraba y expulsaba todo el aire que mis pulmones retenían.
Y es que ella me quitaba el aire.
Volvía a empezar de nuevo, recorriendo la carretera que formaba su cuerpo ante mis dedos, comenzando en los rizos de su pelo castaño y muriendo en el precipicio de su cintura.
Podrá haber estado horas descubriendo cada uno de los recovecos que guardaba, o besando esos labios, o sosteniendo esa mirada.
Qué pena que perdiese aquella guerra.
Qué triste que olvidase aquello.
Yo, que tan tranquilo permanecía, y ella, que tan lejos estaba.

1 comentario:

  1. Estar a la vez en distinto sitio... Qué pena cuando sucede pero que nos quiten lo bailado ¿no?

    Salud y abrazos

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