Salir
por
las
escotillas
de
la
valentía
y
gritar
a
los
cuatro
vientos
que
te
quiero.
Levantarme
con
las
ganas
incondicionales
de
comerme la vida,
de comerte la boca,
y los miedos,
y
quitarte
a
besos
todos
los
demonios
que
tenga
tu
cordura.
Decidirme
de
una
puta
vez
si salir corriendo
o correrme contigo
y gritar como nunca,
gemir como siempre,
y caerme de la cama
para
despertar
de
nuevo
del
puto
sueño.
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