pero yo no podía quitarte los ojos de encima.
Tenía ganas de contarle a la luna llena nuestra historia,
para que ella se la contase a cada soñador que la mirara.
Así, mi amor,
seríamos inmortales hasta que el cielo y el último soñador muriesen.
Tenía ganas de contar estrellas,
cogerlas,
y poner sus constelaciones en tus lunares
Pero para qué,
si tu sonrisa brilla más que Sirio en invierno.
Tenía ganas de hablarle al cielo de ti,
de mi,
de nosotros y nuestras circunstancias.
Tenía ganas de explicarle a la luna todos los planes que hemos hecho,
todos los sueños que ya hemos creado,
y los recuerdos que aún nos faltan por fotografiar.
(Al fin y al cabo,
ésa es la única manera con la que podemos volver al pasado)
Pero mi amor,
en lugar de hacer todas esas cosas,
me quedé mirándote, abrazándote y besándote,
imaginando un poema sobre ti que ni siquiera había escrito todavía.
En lugar de contarle a la luna nuestra historia,
preferí contarte a ti las ganas que tenía de besarte.
Y mírame,
aún no he acabado de hacerlo.
Que bonito!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarUn besito.