La misma basura de siempre

Amor. Amor es el tema hegemónico de la literatura  juvenil, pero al fin y al cabo todo viene a ser lo mismo: basura. Todos hablamos del amor como si supiésemos de lo que estamos hablando, como si fuese el tópico universal de cualquier época de la historia. Pero ¿acaso alguien habla realmente del amor?

Como una más de todos esos que piensan que saben escribir, vengo a hablar del amor. Del amor a primera vista.

Iba en la parte trasera del coche. Tengo la costumbre de mirar por la ventana sea cual sea el sitio al que me dirija. Y miré. Y la vi. Era una mujer negra con la elegancia destacando cada poro de su piel. Llevaba el pelo recogido, un vestido naranja pálido que parecía ser acariciado por el viento y unas sandalias con las que parecía que iba flotando a ras de suelo. Delante de ella caminaba un niño pequeño saltando y riendo. Ella también reía.
En aquel momento me pareció la felicidad personificada. Me enamoré como me enamoro diariamente de los amaneceres a las 8 de la mañana, como me enamoro de unos ojos tristes, como me enamoro de las gotas de lluvia que hacen carreras en las ventanas. Fue un amor esporádico, de esos que vienen, te revientan en el pecho, te hace sonreír y se van.
La mujer me miró después de haber cruzado la calle. Yo la estaba observando y le sonreí (no suelo sonreír a la gente porque la risa está muy infravalorada hoy en día, pero algo me impulsó a hacerlo).

Todo siguió su curso. Las ruedas del coche siguieron comiéndose el asfalto, el coche siguió avanzando de la misma manera que avanza la vida. Pero desde aquel momento, el vestido naranja de aquella mujer se quedó grabado en mis pupilas como otro amor a primera vista de los que vienen, te revientan en el pecho, te hacen sonreír y se van.


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