Tengo el corazón lleno de girasoles
y el pecho a punto de estallar por las flores que han crecido de repente.
Los pétalos me hacen cosquillas en las costillas y yo solo quiero coquetear con tu boca.

El cuerpo me pide escribir sobre ti, literal y metafóricamente.
Cada esquinita de tu espalda es un salto de página y los dedos me gritan que te arañe, que escriba, que haga y deshaga, encima y debajo, con mordisquitos y besos por el cuello. Lento, muy lento.
Siempre despacito y con buena letra. Siempre con amor de mandarina y regusto a tabaco.

Qué quieres que te diga, tengo hasta las pestañas deseando verte.
Tengo el corazón y los labios llenitos de ti.
Tengo algo salvaje debajo del ombligo y me queda algo de libertad en el fondo de la boca.

¿Te vienes a escalar árboles conmigo y a refugiarnos bajo el edredón de todo lo malo del mundo?

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