Te veo a media luz, como si fueses parte de una película preciosa.

Está todo hecho un desastre:
los platos sucios,
el suelo con migas de pan,
la ropa arrugada adornando la habitación
y al sofá se le caen los cojines.
Pero
        me
             da
                 igual.

Me he quedado en tu cuello y no quiero salir nunca.
Me he quedado debajo del edredón y no quiero salir nunca.
Parece que el tiempo se       ha       parado.
Ya no tenemos que decidir nada,
ni esperar a nadie,
ni morir en un intento salvaje.
No tenemos por qué morir.

No tenemos por qué llorar, pero
pero también se me han quedado un par de gotas entre los ojos.
Han salido después
con todo el dolor
con culpa.

Lo siento. Siempre lo siento.

Llego tarde a todas partes y por eso siempre quiero quedarme un ratito más.
Siempre llego tarde y lo siento.
Llegué dos horas tarde cuando yo quería quedarme la noche entera
                                                                                   la vida entera.
Por eso quiero quedarme un ratito más.


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