~arte y talento~

Entró en la habitación riéndose. Vestía una camiseta marrón claro, con una pequeña cremallera que bajaba por la mitad de la espalada, y los hombros de encaje. Lucía unos vaqueros gastados y unos zapatos también marrones. Llevaba el pelo suelto.
Se sentó en el banco que había pegado a la pared de la habitación y colocó sus libros encima de la mesa, muy ordenadamente.
Ya estaba distraída al inicio de la clase. Se reía y decía tonterías ,haciendo que todas y cada una de las presentes nos riésemos de ella. Era dulce.
El calor le hizo recogerse el pelo, hasta entonces liso y suelto, en un desordenado moño, quedándole medio suelto y haciéndola mas hermosa de lo que estaba.
Me pidió una hoja y robó un lápiz de la compañera de al lado.
Empezó dibujando trazos mientras escuchaba las explicaciones y corregía los ejercicios. Jugaba con las líneas. Poco a poco se fue esmerando más y más. Se inclinó hacia la izquierda, dobló la cabeza y puso toda su atención en la obra maestra que estaba creando. Frunció los labios y relajó el rostro. Abría los ojos desmesuradamente, haciéndolos mas grandes de lo que eran, pero aún así conservando la belleza que ella poseía. Los trazos se convirtieron en líneas seguras y firmes, transformando lo que antes había sido un simple esbozo, en una preciosa rosa, con sus sombras y líneas, con sus grises y blancos, con sus difuminados, sus pétalos negros, su tallo espinoso...
Difuminaba las líneas necesarias y daba sombra en lugares concretos. Sus labios seguían fruncidos. El moño se le había deshecho, pero aún había rastro de él en su cabello. El flequillo le caía sobre los ojos.
Su mano se movía ágil.
Tras varios minutos de plena concentración, levantó la vista hacia la profesora. La contuvo unos segundos y volvió a su trabajo. Realizó los últimos trazos. Separó el dibujo de sí y observó su obra de arte satisfecha.
Una rosa hermosa se mostraba en el papel, antes blanco y limpio, ahora manchado de arte con algo que quedará dibujado en él. Arte. Sólo desprendía arte y talento.