~Hilo rojo~


Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.


Creo en el destino, en la metáfora del hilo rojo atado a mi meñique, en las historias que escriben las estrellas y en los antiguos pergaminos que anticipaban terribles desastres.
Creo en aquello que encamina nuestras vidas hacia un punto común, en el que todos coincidimos. La muerte.
Creo en que estoy aquí por algo, que la gente que se cruza en mi vida lo hace por una razón que yo no puedo ver y que las palabras que digo o las acciones que realizo siempre vienen dadas por unas consecuencias que crearan las situaciones que escriben el camino de mi vida.
Creo en el hilo rojo.
Sin embargo, se suele enredar demasiado. Suelen hacerse nudos unos con otros, mezclar historias que no convergen en ningún sitio y esto, en sí, provoca situaciones desesperadas y gritos al cielo.
Creo en ese hilo, y sé con certeza que arregla el corazón cuando se rompe, que es eso lo que cose las heridas y prohibe que la sangre mane de esas brechas que se hacen día a día.
Sé, y me juego el alma al decirlo, que hay alguien esperándome ahí fuera, que hay algo por lo que estoy aquí, que he nacido por alguna razón que aún no sé.
Sin embargo, estoy por cortar el hilo, deshilachar mi corazón y dejar que todo salga en forma de pintura roja.
La deseperación, a veces, llega hasta ese límite. Y muchas veces, lo cruza. Se rompe el corazón, se acaba el hilo, no se puede coser de nuevo y las brechas quedan al descubierto. Y eso provoca la angustia que atenaza el cuerpo, y que muchas veces, acaba en el suicidio.

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