~Caricias como acto revolucionario~

Recorría su cuerpo como si fuese una pieza de museo.
Acariciaba su espalda de una manera especial, con el cariño y el cuidado en cada uno de los dedos.
Deslizaba sus manos desde el cuello de la columna hasta el principio de los glúteos, parándose especialmente en la cintura y en el eje de su espalda.
Extendía la crema de cuidadosamente para que no quedase ningún rastro de ella en su piel blanca y delicada y mientras tanto ejercía la justa presión para que se relajasen todos los músculos tensos del cuerpo de la chica.
Luego le quitó, de una forma muy dulce y pausada, la arena de los muslos y las pantorrillas. Siguió recorriendo su cuerpo despacio, parándose en todos los centímetros de su piel para que ninguno se quedase indiferente.
Y desde fuera, aunque no fuesen novios, me parecía el mejor acto revolucionario contra la muerte del romanticismo.

2 comentarios:

  1. Tal como lo narras creo que sin duda, fue el mejor acto revolucionario. Me he imaginado cada coma del texto y casi tiemblo.

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    1. Imagínate la impresión y la dulzura de la imagen si hubieses estado allí.

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