Se presentó en mi casa como quien no quiere la cosa,
de la misma manera que lo hizo en mi vida,
con una cara de inocencia infantil
y una sonrisa que mueve flotas entera de deseo.
Llegó con un ramo de flores que me alegró la vida,
me llevó a soñar a la playa,
nos mojamos los pies -y el alma-,
ha venido a abrazarme justo en el momento que necesitaba
y se habría quedado hasta que me hubiese dormido.
Me recita poesía,
me canta al oído,
me ha besado la mitad de los lunares que tengo en la espalda
y me ha regalado azúcar para endulzarme la vida.
Parece mentira que aún no se haya dado cuenta
de que sus labios sabor café,
son los que realmente me salvan el día a día.
Enamorada estoy de este texto.
ResponderEliminar¡Muchas gracias bonita!
EliminarUn besito