Texto extraído de El Reflejo de Nuestros Ojos
Era una chica de finales de septiembre. Cálida, más bien tibia. De ojos marrones y cabello castaño como las hojas que se cayeron de los árboles. Era una chica de otoño porque avecinaba un frío que llegaba a los huesos y nevadas tormentosas. Era como el viento de octubre, que remueve las hojas que cayeron al suelo y alborota todo a tu alrededor.
No la ves venir, simplemente no la ves venir.
Ella dura a tu lado lo mismo que tarda en desaparecer el otoño, porque el invierno es demasiado frío, congela el tiempo y ella no quiere estancarse en unos ojos, unos brazos, una sonrisa; porque el verano demasiado calurosos y derrite todo lo que a ella le mantiene en pie. Vive tres meses al año, los otros nueve sobrevive.
Como tantos otros, no la viste venir. Y como todos los demás, no te diste cuenta de que se había ido hasta que la nieve ocultó las hojas y no estaba a tu lado para quitarte el frío.
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