Tengo los ojos rojos y cansados de no haber dormido una mierda,
las piernas me tiemblan por bailar en la discoteca y en mi cama
y no sé si tengo hambre, sueño o más ganas de él. 

Acaba de salir por mi puerta
y se lo ha llevado casi todo. Casi. 
Me ha dejado el sabor de tabaco en la lengua,
el rastro de su barba en las mejillas
y un par de mordiscos en el alma.

Quiero escribir sobre él aunque el resultado sea un texto-basura.
Quiero escribir sobre él porque no quiero que se me olvide nunca.
Ha sido algo más que un polvo a las seis de la mañana,
ha sido algo más que cuatro orgasmos y siete caricias.
Han sido dos cuerpos entendiéndose a la perfección y danzando entre el erotismo y el amor.
Ha sido una mirada hacia dentro.
Qué ojos, madre mía sus ojos. 
Hacía tiempo que no perdía de esta manera. 

Es imposible que dos cuerpos se entiendan tan bien en el primer baile.
El tiempo pasaba y yo sólo quería estar despierta para seguir respirándole.
El tiempo pasaba y no quería cerrar los ojos.
El tiempo pasaba y quería seguir devorándolo.

Que alguien me pare,
que alguien me coja de las bridas porque soy un caballo sin freno,
que alguien me pare o la siguiente vez que nos encontremos no será casualidad
y yo no dejaré que se marche de nuevo.

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