Ana diría que en realidad es una mala foto. Ella ha estudiado los planos de cámara y sabe lo que dice, pero a mí siempre me ha gustado el mar y la horizontalidad.
Javi me diría que le gusta caminar despacio y pasear sin importar el hacia dónde ni el hasta cuándo.
Mi abuela iría sujeta a mi brazo y suspiraría recordando la niebla de los amaneceres gallegos y la humedad, pero echaría de menos el verde de todo lo verde que falta aquí.
Mi madre buscaría algo que hacer mientras tanto. Nunca desconecta, nunca descansa, nunca se para y respira sin pensar en que es demasiado tarde y hay que hacer la cena.
Mi hermano iría caminando por el borde, saltando y desafiando todo lo desafiable. Me preguntaría si puede bajar a las rocas, que quiere investigar. Y yo le diría que sí solo para ir con él, porque en realidad me muero de ganas de volver a ser una niña.
Sofi me abrazaría y yo la abrazaría más fuerte para que sienta que todo está bien, que estoy a su lado y que no queda tanto para conseguir la libertad.
Pienso en qué escribiría Octavio y sé que sería capaz de condensar el color de las nubes, el sonido de las olas, la niebla, el olor de las chimeneas y mi tristeza en cuatro páginas. Él sacaría la literatura de todo esto y yo lo escucharía leer mientras le sostengo la cerveza.
María estaría contenta de estar allí conmigo, me diría "mi niña" y diría que está feliz y me haría ver todo lo bonito que tiene la vida.

El hombre está al borde del llanto.
Yo os recuerdo y os traigo a mi lado para no sentirme tan sola.

A veces tengo ganas de escribir, pero llevo mucho tiempo sin sentir esa necesidad.
Todo está estable, pero es algo que echo de menos.


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