Puse mi cabeza en su pecho y le abracé lo más fuerte que pude para que no se escapase.
Le dije que le quería y empecé a llorar.
-Te mereces a un tío mil- me dijo.
Subí la cabeza para dejar mi boca al lado de su oído y le abracé aún más fuerte.
-Me merezco a un tío como tú.
Y seguí llorando.
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