Esta noche.

Esta noche me querías. Te acurrucabas a mi lado sin tener nada que decir, sin pedirlo siquiera y te quedabas en silencio.
Esta noche yo te pasaba el brazo por los hombros y te apretaba contra mí en un intento desesperado de meterte entre las costillas. Ahí dentro todo está frío.
Esta noche me rodeabas la cintura, ponías tu respiración en mi cuello y me dejabas contarte tonterías. Y te reías.
Me tapabas aún más con las mantas mientras yo te seguía diciendo tonterías, tú seguías sonriendo y yo me seguía volviendo loca buscando tus pupilas.
Pero claro, era de noche y no se veía una mierda.
Supongo que sólo necesitaba una excusa para mirarte y quedarme con esa sonrisa que te salía, mientras yo seguía diciendo tonterías y tú me seguías abrazando y respirando en la nuca, con el único propósito de hacerme sentir segura.
Cuando me cansé de hablar y me quedé sin tonterías y sin excusas que decirte para hacerte reír, tú cerrabas los ojos, me apretabas más fuerte y me besabas el cuello. Y nada más.
Esta noche tú te quedabas a mi lado y no te ibas. No salías de la cama ni te marchabas por la puerta. Esta noche soñé contigo y no corrías en dirección opuesta.
¿Y sabes qué?
Me sentó bien tenerte tan cerca.

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