Espacios.

Ayer me di cuenta de una cosa muy importante: hay que dejar espacio, en todos los sentidos.
Hay que dejar espacio a la gente que quieres conservar en tu vida. No vale mandarle mensajes cada hora, llamarle cada día ni controlar cuando sale, con quien sale y por qué sale. No vale preguntarle por cada persona que ya formaba parte de su vida. No vale llegar y pretender que lo cambie todo por ti.
Hay que dejar espacio dentro de ti misma. No agobiarte, no presionarte, no obligarte a hacer cosas que no puedes hacer, a afrontar cosas que no vas a superar. No puedes enfrentarte a tus propios miedos si no tienes las armas necesarias para hacerlo. Hay que separar lo posible de lo imposible.
Por que sí, todavía hay cosas imposibles.
Y hay que dejar espacio en tu propia vida para dejar que todo entre, salga, se quede o se vaya sin obligación ninguna. Cuando hay personas que deciden marcharse, por las circunstancias que sean o por la gente que sea, hay que dejarles. Aun que hayan sido parte de ti desde la infancia, aunque hayan entrado como un terremoto descolocándolo todo, poniéndolo patas arriba y enamorándote como una tonta. A pesar de todo, hay que dejarlos marchar por que siempre hay alguien dispuesto a ocupar ese lugar.
A lo mejor pasa mucho tiempo pero esa persona que estabas esperando llega.
Puedo estar equivocada. Puede que no sea lo que estaba buscando, o que yo no sea lo que él estaba buscando, pero ¿sabes qué? estoy contenta de equivocarme de nuevo.
Me ha costado pero al final, lo he comprendido todo:

Hay que dejar espacio para que otras personas entren en tu vida y lo mejoren todo cuando tú no eres capaz de hacerlo sola.