Ya no queda nada conmigo.

Tengo la brújula de mi vida orientada en tu dirección.
No quiero volver a perder el norte, ni perderte a ti, ni perderme a mi.

Y cuando te miro esa brújula se vuelve loca, loca de remate.
Gira y gira y gira, da vueltas sin ton ni son, se hace jodidamente contradictoria y se convierte en un sin sentido convencido de sí mismo.
Algo así como yo cuando tú.

Y cuando me faltas...
Me faltas y me falto.
Se me encoge el estómago, se me deshace la rutina y se rompe cada uno de los esquemas que tenía construidos.

Ya no quedan infraestructuras, ni puentes, ni calles, ni asfalto ni paredes por las que escaparme para ver tu cielo.
Ya no queda nada conmigo.

Si me dejas, me voy contigo.

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