A la tercera nunca va la vencida.

Ya sé que estoy completamente rota.
He tirado lo poco de romanticismo que me quedaba, odio las canciones bonitas y le he cogido un asco tremendo a las frases de amor, por que ninguna tratan de nosotros.
Ya no puedo escuchar ningún disco sin que haya un pequeño detalle que me recuerde a ti. He perdido las ganas de besar con amor, de mirar con amor y de querer con amor. Ahora sólo quiero besar por beasar, mirar por mirar y sonreír por ligar. Ya no quiero que me quieran, por que siempre acabo quemada, con heridas de tercer grado y con un periodo de recuperación de tres meses.
Y no quiero que me vuelva a pasar.
Ya sé que estoy completamente rota por que no quiero que nadie más entre en mi vida para quererme. Y que yo, la persona más sentimental, romántica y sensible del mundo, diga eso, es grave. Pero es que todo esto ya es muy grave.
Una vez se aguanta, puede que hasta se supere. Pero dos ya es mucho.

Y sí, me rindo al segundo intento. Y sí, voy a dejar de lanzar dados por que a la tercera nunca va la vencida. Eso es lo que nos hicieron creer para que sigamos apostando, jugando y perdiendo. No, a la tercera nunca va la vencida. De hecho, no hay victorias en ningún lado. De hecho no hay batallas ganadas en ningún sitio. Sólo hay derrotas. Joder, mirad a vuestro alrededor. 

¿De verdad hay alguna victoria si todo el mundo llora por dentro?

3 comentarios:

  1. El amor no es un juego al que se juegue a voluntad. Ríndete cuanto quieras, pequeña.

    ResponderEliminar
  2. El romanticismo se ha ido. Pero no concuerdo contigo en que no haya victorías, las hay pero éstas no son fáciles como uno espera.
    Tal vez, tengas razón y la tercera no es la vencida pero no importa que número sea, siempre hay una vencida.


    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿A qué precio ponemos la victoria?
      Podemos vencer pero después de perder una y otra vez no quedan ganas de amar. Puede que las recuperemos en algún momento, pero nunca con las mismas ganas de querer y ser queridos. Supongo que me he acostumbrado a perder.

      Eliminar