Esto es un pequeño homenaje a ti, que fuiste el cielo en mi infierno más profundo. 




La vida está llena de falsas esperanzas, de sueños incumplidos y de fracasos. Todo es decepción y dolor al fin y al cabo, y tan solo nos movemos intentando huir de todo eso. Hablo por propia experiencia. 
Sin embargo pensaba que algo de belleza tenía que quedar en el mundo, algo que te hiciese olvidar esos miedos, esos fracasos, esas atrocidades y descansar en un rincón observando lo bonita que puede llegar a ser la vida a veces. Si, hablo del amor. 
He leído poemas y novelas cuyo principal argumento es la búsqueda del amor o la huida del desamor, pero ninguna me ha enseñado todavía como tratar un corazón destrozado, y menos si se trata del tuyo propio. 
Esto es un pequeño homenaje a nuestra historia, una especie de capítulo final que debía escribir. Hoy es 20 y hace 20 días que me dejaste. No habrá otra ocasión tan perfecta para despedirme. 
Aún me quedan resquicios de tu risa, y de vez en cuando te recuerdo. Son imágenes que creía olvidadas, de momentos que reposaban en mi conciencia de la misma manera que una mota de polvo descansa en la última baldosa de una estantería. Está ahí, quieta, estática, silenciosa y oculta, pero está ahí. Siento celos, muchísimos celos de todas esas personas que pueden tenerte cada día, de todas esas personas que te ven y te oyen reír en algún momento. Son unos celos impertinentes que odian a todo el mundo y a nadie al mismo tiempo. Que cosa tan sucia y desagradable son los celos. Y el amor. Y el desamor, sobre todo el desamor. 

Nos creía invencibles y de mis labios han salido muchos para siempre, quizá demasiados. Nos creía invencibles e inolvidables porque pensaba que mi primera novela sería sobre nosotros. Ahora lo inolvidable será lo que ya no somos. Escribo poemas, casi llorando, que no publico, como si estuviese escribiendo a escondidas. Escribo poemas a escondidas que formarán una antología de destrozos. Si lo nuestro no ha funcionado, puede que eso si llegue a término y sea inolvidable. 
Prometo no olvidarte. 

Como son las cosas ¿eh?, antes te mandaba fotos de los textos bonitos que encontraba en los libros, o algunos micopoemas que encontraba en la red. Todos, absolutamente todos, hablaban de ti como si te conociesen. Las musas tenéis ese carácter universal que los escritores jamás comprenderemos. Ahora todo lo que leo son llantos sin lágrimas, y esos son los peores. Ya no me atrevo a mandarte esos textos, porque ahora las letras hacen más daño que nunca. El poder del lenguaje, lo llaman. Para mí sigue siendo poesía destructiva y prosa mortífera. 

Te dedico estas lineas, por si las lees. 
Por si me lees.  

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