Los poetas mindundis

Hay un ser más sociológico que mitológico que está conquistando las calles.
Es un animal tanto diurno como nocturno,
que no tiene horario fijo ni un atuendo definido.
No suele ir en manada pues es un ser individual, único e inigualable.
Hablo del poeta.

Pero, aclaremos una cosa:
hay muchas especies de poetas,
poetas antiguos,
poetas hombres,
poetas mujeres,
poetas reivindicativos.
poetas guasones,
poetas exiliados,
poetas muertos,
poetas olvidados,
poetas que escriben de verdad
y poetas que usan las páginas para limpiarse el culo y lo llaman poesía.
Poetas hay por todos lados,
en los bares,
en los baños,
en los botellones
y en los apartamentos más caros de toda la ciudad.
Hay poetas que escriben en papel,
en internet,
en las paredes,
en las fachadas,
en las puertas de los baños,
en libros,
en servilletas.

No, si poetas hay a montones.
Pero... pero hay una especie especial de poeta que está multiplicándose de forma asombrosa.
Es el llamado poeta mindundi.
Puede adquirir cualquier apariencia, es así de camaleónico. Su apariencia no es lo verdaderamente importante. Lo relevante es lo que lo hace poeta: su poesía.
Y es que el poeta mindundi está caracterizado por poseer algún poemario publicado o a las puertas de la publicación sin haber alcanzado apenas los 23 años. No es exclusivamente eso, ya que otros muchos de poetas no-mindundis publican sus escritos a una edad temprana.
Su personalidad también viene definida por un aire de superioridad que lo obliga irremediablemente a mirar a todo el mundo que no sepa de poesía por encima del hombro.
El poeta mindundi es capaz de subirse a un escenario y hacer una corrección sobre lo que ha leído otro poeta.
Es capaz de sacar sus poemas de una carpeta roja en mitad de una conversación que no tiene nada, absolutamente nada que ver, con lo que se está hablando y dártelos esperando una respuesta. Una vez que te entrega el folio con una estrecha columna escrita en el lateral izquierdo, se pone la mano en la boca para intentar ocultar la sonrisilla que dice "este es bueno, realmente bueno" mientras entorna los ojos intentando parecer alguien.
El poeta mindundi tiene la necesidad, como si le quemase en la boca, como si fuese la droga más dura y necesitada del mundo, de decir en algún punto de la conversación que es poeta.
Y se llena la boca,
el pecho,
las manos
y a veces los bolsillos, diciendo que es poeta.
También llenan libros con cantidades de páginas en blanco, a veces marcadas únicamente por dos míseras frases que todos hemos dicho en algún momento de nuestra vida.

Suelen subirse a escenarios y soltar una parrafada incomprensible, un torrente de voz con palabras enrevesadas entre sí y alegorías que todos ellos conocen. Terminan con una entonación especial y esperan el gran aplauso del público, los vítores y las palmaditas en la espalda. Suelen, en ese momento, promocionar sus poemarios, sus libros o lo que sea que hayan cagado aquel año.

Oiga, cada uno hace lo que quiera con su vida. Cada uno escribe como le sale de la punta del higo o de la zanahoria  y puede hablar sobre lo que quiera, cuando quiera y de la forma que quiera.

Pero a mí,
a mí como persona que escribe de vez en cuando y no es ni mucho menos una poeta,
que no me quiten el rojo de la rebeldía,
el morado de la lucha,
y las ganas de seguir cambiando el mundo con cada palabra que pongo en mi boca.
A mi,
como persona que no es ni mucho menos una poeta,
que no me quiten la poesía.

1 comentario:

  1. Ya ves que si se están multiplicando.. A una velocidad..

    Y qué poco suelen decir, cuánto venden y cómo se lo tienen de creído.. Me pongo muy nerviosa, lo siento jajaja

    Un abrazo!

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