A ti te mataría el último

Hoy me he parado entre dos de las líneas del paso de cebra. Me he parado en medio del bullicio de la gente que camina rápido para que no se le pasen los 20 segundos.
Y he pensado en ti.
Te he recordado en el instituto, tu primera copa, tu primera calada. 
Te recordé en el cine, en el centro comercial, en las escaleras de tu casa y agarrándome el culo como si fuese tuyo. Todo tuyo.
En aquel momento, yo era toda tuya y lo sabía.
Me abría de piernas ante ti con la misma facilidad con la que me abría el pecho.

En medio del paso de cebra me miré por dentro (un lugar raro para la introspección, lo sé) y me sentí completamente diferente.
Me vi lejos, muy lejos

de ti.

Tú tan de traje y yo tan de asamblea.
Tú tan de cuentas y yo tan de libros.
Tú en el banco y yo en la calle.
Tú tan de fútbol y yo tan de manifa.
Tú, tan raíz con tanta tierra y yo con tantas ganas de volar.
Tú tan tú, siendo completamente tú, y yo tan yo, siendo continuamente otra.

Es imposible no pensar en ti si cada vez que nos vemos me arrastras hasta tu cama sin siquiera preguntarme cómo estoy.
He aprendido tanto, tantísimo,
y he volado tan alto...
tus ojos piedra ya no me ven.

Te falta el rojo y el morado, el cielo y las plumas.
Te faltan muchas cosas para ser pájaro.

Pero a pesar de todo, nadie se olvida del primer amor.

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